Vale, os voy a desilusionar. En realidad tengo ocupaciones, mi vida no se limita a escribir en un blog de videojuegos. Lo sé, lo sé, pero no cerréis el artículo aún. No se limita a eso, aunque apuesto que hasta ahora lo parece. La Facultad nos consume paulatinamente pero aún guardamos en nuestro interior cosas que nos hacen sentir vivos, y no hablo necesariamente de nachos en salsa o fotos de Jade Raymond en bikini.
En un panorama videojueguístico colapsado por falacias (léase Wii o PS3), es necesario recordar más que nunca aquellos días de jolgorio y amor, donde la lucha por el reino de las consolas era pura y el sentimiento por el juego iba más allá. En esos tiempos en que los frikis empezaban a florecer como tal y Dirty Dancing era película de culto se amaba a las consolas. Entonces o eras nintendero o seguero, o simplemente un traidor que debía perecer, que es lo mismo que ser un nintendero segatizado, o viceversa. Pero el honor y la palabra eran principios intrínsecos, los cimientos en los cuales se asentaba la competencia, una competencia feroz y despiadada, pero sana.
Sería injusto. De hecho, es injusto que un blog de videojuegos, cualquier web de videojuegos que se precie pase por alto ese pedazo de historia en la que SEGA fue protagonista, cuando se hacían las cosas bien y las compañías competían entre sí con calidad. Me custa admitirlo, pero SEGA como tal desapareció junto con el perecer de Dreamcast, ese sueño hecho realidad para muchos que se convirtió en un buen par de hostias. Ahora ya no, SEGA. No lo arreglarás con Sonics de tres al cuarto hechos con el culo, no.
Como siempre, la empresa quiso adelantarse a los acontecimientos, y aún y siendo la primera consola de la Historia en ofrecer conexión a internet (me refiero a una conexión aceptable), y deleitarnos con juegos inusuales como Rez, un buen producto puede irse al garete por una mala estrategia de márqueting, y eso es lo que pasó. Apareció Sony, con su maldad característica, y lanzó su mamba negra llamada PlayStation 2, demostrando una originalidad nunca antes vista en un nombre, y prometiendo sistemas operativos y conexiones a internet con aspectos que jamás llegarían.
Así, de repente, sin comerlo ni beberlo. De la misma forma que se estropea un lector de una PlayStation. Sega desapareció. Suicidios, violaciones en masa y una guerra encubierta entre los servicios de espionaje de diferentes países surgieron de la nada. ¿Era el fin de Sonic? Bueno, de eso no hay duda, quizá la pregunta esté mal planteada: ¿Era el fin de Sega?
Uno de los primeros en suicidarse
Segaga: ese gran desconocido
Miles de segueros se negaban a creerlo. Lloraban a escondidas abrazados a sus GameGear mientras susurraban el nombre de Sega. Un amigo mío llegó a prohibirme que pronunciara el nombre de Sonic en vano. Pocos días después murió tras tirarse por el balcón creyendo que era el erizo azul. Una tragedia, pero así fue. Me refiero a lo de SEGA.
Pero hoy en día aún existe un rayo de luz para todos esos segueros. Existe un objeto de culto que la propia Sega creó prediciendo su caída, para dar cobijo y consuelo a todos sus seguidores. Se trata de
Segagaga, o
Save Sega: The Videogame, un videojuego para Dreamcast en el que controlas a la cúpula de la empresa para salvar a Sega de la caída de su imperio. Increíble pero cierto. Encarnar a la directiva de la empresa y elegir sus estrategias, por dónde deben ir los tiros y por qué deben apostar. Algo así como un simulador empresarial con toques de RPG. Muchos de vosotros pensaréis que os estoy tomando el pelo, o que mi imaginación es considerable.
Nada más lejos de la realidad.
Pero no acaba ahí la cosa: en la fase final debemos luchar contra las antiguas consolas de la empresa que la competencia usa para detener a SEGA. ¡Deberemos evitarlo y conseguir que SEGA domine la humanidad! Sólo por eso SEGA se merece el respeto de todos vosotros.
Por cierto, que no sé donde oí que está en proceso un parche para traducirlo al inglés, aunque no sé si está acabado ni nada. Menos mal que VaniaGaming está aquí para ayudaros en estos momentos tan difíciles que debéis estar pasando. Si pasáis por París, podéis encontrar el juego en esa calle sueño de todo jarcor. En el Boulevard Voltaire, al límite con la Place de la République podéis visitar tiendas y tiendas de material y juegos para nerds. O sino, siempre queda eBay.
Nunca es tarde y recordad que es probable que estemos hablando del juego con más amor y par de cojones de todos cuantos se han hecho. Si no encontráis vuestro sitio, si os sentís incomprendidos o si todavía lloráis por las noches recordando glorias pasadas, Segagaga es vuestro juego.